¡Oh Dios, estoy sediento de ti!
Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. Mientras me acuerdo de ti en mi lecho y en las horas de la noche medito en ti, veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene. Que caigan en lo más profundo de la tierra los que buscan mi perdición; que sean pasados al filo de la espada y arrojados como presa a los chacales. Pero el rey se alegrará en el Señor; y los que juran por él se gloriarán, cuando se haga callar a los traidores
REFLEXIÓN DEL SALMO: AMOR A DIOS POR SU CONSTANTE AYUDA
Uno de los Salmos más bellos del Salterío, en mi opinión. Es ante todo un canto al Amor de
Dios. El salmista es un hombre observador que ha visto como la Mano de Dios ha intervenido
muchas veces en su vida para acudir a su rescate. No le reprocha a Dios las veces que no ha
estado, sino que es agradecido y le dice "Gracias, por el amor que me has enviado". Es un
hombre profundamente unido a Dios, enamorado de Él, que reconoce sus muchas gracias y
favores concedidos gratuitamente, y este hombre enamorado de su Dios lo ve como un agua
fresca y deliciosa de la que se siente sediento.
El salmista no sabría seguramente como este planeta está regulado como la mas perfecta
máquina para todo funcione a la perfección. Dios, en un sabiduría infinita, creó una máquina que
con la capacidad de producir todo lo que necesitamos para vivir: desde la fotosíntesis que nos da
oxigeno para respirar hasta una distancia ideal del Sol para no ser un planeta ni muy frío ni
muy cálido.
Ya que el salmista siente sed de Dios, hablemos del agua. El agua se repone constatemente
a través de la lluvia, que se produce gracias a las nubes. ¿Pero te has puesto a pensar
que mecanismo perfecto creó Dios para que la evaporación de los mares y la formación de
nubes nunca falle? pues la calve está en la algas, esas cintas vegetales,que a muchos les
resulta desagradable,pero que todos deberíamos amar,teniendo en cuenta lo buenas y serviciales que son con todos nosotros. Ni la más dulce madre nos da tanto como ellas. Y es que las algas son también una grandes reguladoras del clima,haciendo que no haga ni mucho frío ni mucho calor. De hecho,las nubes existen gracias a las algas. Y las nubes impiden una masiva entrada de calor a la Tierra procedente del sol. Y es que las algas liberan a la atmósfera terrestre dimetil sulfuro (DMS),y este gas estimula la formación de los núcleos de condensación para el vapor de agua,lo que a su vez eleva la concentración nubosa,que logicamente oscurecen la superficies terrestre permitiendo que desciendan las temperaturas y el calor que llega del sol no sea excesivo. Todos sabemos que en las zonas con escasa nubosidad y humedad,se forman desiertos. Pero de la misma manera que el calor hace crecer y multiplicarse las algas en los océanos,el frío dificulta su proliferación,por lo que disminuye la producción de dimetil sulfuro,se forman menos nubes y comienza una nueva escalada térmica. Dios creó un sistema perfecto para la Tierra tenga siempre agua, nos caiga del cielo y podamos saciar nuestra sed y regar nuestros cultivos. El salmista era cosnciente de esos mecanismos que Dios ha dado para que lo tengamos todo- Es cierto que millones de personas no tienen agua, por vivir en zonas áridas. Pero eso no es responsabilidad de Dios, sino de los humanos que eligen vivir en zonas que no les conviene. Dios dio agua y lluvia para todos. Es importante que el ser humano sea respon- sable y no viva en la ladera de un volcán activo. Digamos todos: GRACIAS, PADRE Y CREADOR NUESTRO, POR DARNOS EL AGUA, LA LLUVIA Y LAS NUBES, QUE TANTO BIEN NOS HACEN Y QUE JAMÁS PERMITES QUE FALTEN ALLÍ DONDE ESTÁN Y DEBEMOS ESTAR NOSOTROS. |
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SALMO 63: OH DIOS, ESTOY SEDIENTO DE TI
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